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jueves, 10 de febrero de 2011

A Y U D A



Hoy desperté con un sabor amargo en mis entrañas, mis manos sudorosas aun recuerdan el olor de sus heces. Mis sentidos aun aturdidos recorren cada uno de sus gestos y clamores. Él era Alexander, mi novio desde hacia 3 meses. Pensábamos que la vida nos premiaría después de tanto dolor, pero nos confiamos y nos tocó perder, bueno en este caso más a mí que a él. Él, ya esta muerto hecho pedazos a punta de machete y tal vez alimentando a alguno que otro pescado. Mientras tanto, yo sigo corriendo como ahora para ver si el aire de esta maldita montaña logra borrar de mis manos la sensación de cargar por más de dos días sus intestinos en busca de ayuda.



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