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jueves, 10 de febrero de 2011

SOMO SSSS ASSSÍ

Por qué dicen que somos así

En un lugar no muy lejano existía un hombre. Era tan lento y desacompasado en su caminar que al parecer los años no hacían mella en sus ojos. Como sí suele sucederle a la mayoría, aquellos que viven perdiendo el tiempo reclamando cada segundo que han desperdiciado. Este hombre tenía una frase celebre para cada ocasión.


Un día le preguntaron por su edad y al no querer revelar la sabiduría que lo acompañaba, agregó: “No es que yo sea viejo sino que nací primero” “El nacer primero ahora ustedes lo entienden como desventaja” “Haber vivido sin preocuparme por lo que iba a encontrar a la vuelta de la esquina, mientras que ustedes, los que nacieron después sufren al ver una esquina y más aún cuando tienen que pasar por ella”.


En otra ocasión, el de andar desacompasado entró a un lugar, de esos donde las mujeres resultan ser el objeto barato de los perniciosos para el amor, aquellos que por no amar de verdad se quedan solamente con el engaño del coito; creyendo que son amados por permitir que su esperma realice un viaje frustrado. Resultó, que al encontrarse dentro de aquel lugar sus aparentes rivales naturales percibían procedente de aquel cuerpo un olor almagre, el mismo que se experimenta cuando se descubre una fosa común de manera accidental.


Mientras que para aquellas, que pretendían tomarlo; su olor resultaba ensordecedor, lo anhelaban más que a cualquiera de sus amantes, sus ojos despedían la pasión que se pierde con el tiempo y los malos tratos. Sin lugar a dudas, la presencia de aquel hombre les hacía sentir vivas, que era posible amar de verdad. 

En un abrir y cerrar de ojos las allí presentes irradiaban sensualidad por cada poro, en cada milímetro de piel ceñido por la seda de sus trajes. Y los hombres, pobres hombres, llegaron a desaparecer de este lugar al no soportar el nauseabundo olor.

Mientras que aquel, el primero, levantándose lentamente dejó oír su voz.
“Adelante, pueden servirse de mí si gustan, hermosas ciervas de lo efímero, esclavas de la angustia coital, aberrantes cuerpos decrépitos que reconocéis el olor de vuestros vientres”.



Camilo Guzmán Forigua

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