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miércoles, 9 de febrero de 2011

BOMBITAS CON FORMA DE ELEFANTE 1

Julio anima a su amigo Elvis para que siga corriendo, ambos saben que si paran a descansar pierden el año, porque los pueden joder.  La gente los mira pasar sin prestarles mayor atención, algunas mujeres y hombres al verlos saben que su motivo de fuga debe ser bien importante  y grave.

A unas cuadras y pocos metros vienen dos motos, tanto el conductor como el parrillero visten de negro y están encapuchados, las motos no tienen placas y su sonido es infernal. Su objetivo real es quemar a esos muchachos por la espalda con sus fierros.

Desde la ventana de un apartamento se encuentra una niña de 14 años,  en vísperas de su primera comunión, Juliana lo observa todo y conoce el motivo real de la persecución. Sabe que los muchachos que estaban corriendo eran inocentes. Sin retirarse de la ventana ve cuando los fisgones comienzan a rodear los cuerpos ensangrentados, a la distancia reconoce el sonido insignificante de las sirenas de policía. Juliana expectante sólo se retira de la ventana cuando las puertas de un carro blanco se cierran llevando en su interior dos cuerpos baleados por la espalda.

Juliana sabe desde qué lugar salieron las motos y sabe que a dos de los encapuchados les gusta tomarse un tinto todas las mañanas y descansar en el sofá. Uno de ellos es muy cariñoso con ella pues le da gusto en todo, mientras que el otro duerme a pocos pasos de su habitación de niña consentida.

Aquella princesita como la llama su padre queda sin palabras, sus gritos se tragan hacia adentro y de momento todo a su alrededor se hace inmenso.  En su cabeza retumba  el sonido de los disparos, uno tras otro y las figuras desvanecidas. Comienza a retroceder y se encuentra con una mesa bajo la cual busca refugio y desde allí con la garganta reseca percibe que todo se hace cada vez más oscuro y de repente todo es silencio. (Continua)
 Camilo Guzmán Forigua

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