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sábado, 22 de enero de 2011

Después de clases

Este fue el mejor lugar...
Allí las sombras proporcionaban el ambiente necesario.
Aquella brisa helada y continua permitía sentir la vivacidad de los cuerpos desnudos.
En ella, los pocos rayos de sol que lograban colarse permitían resaltar el exuberante color de sus pezones y el terso pubis radiante.
De él, sus ropas caían libremente permitiéndose tomar la forma que la brisa sugería.
Las cortas hierbas que se brindaban como lecho nupcial no podían estar mejor dispuestas.

El silencio del lugar se entrecortaba en cada uno de sus múltiples acercamientos, cada vez más íntimos, cada vez más violentos y repetitivos, propios de la pasión que corría por sus venas,  dueña del pecado, de la lujuria y causante de todos los sentidos.
Sentían cada centímetro de los cuerpos dispuestos a liberar todo lo que en las ultimas semanas se habían dado la posibilidad de despertar y conocer.

Sin embargo, y no muy lejos del bullicio de la ciudad este fue el  lugar que pudieron escoger.

Después de un tiempo, dos  familias esperan encontrarlos, con alguna esperanza recorren las morgues y los hospitales de la ciudad, los críos no han regresado del colegio.



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